El que sin combatir andaba cual vencedor, soberbiando como un águila, se volvió con menos tono, cuando don Simón le hubo enseñado con la mano la vuelta de su casa.
¿Qué hizo el teniente general de los quince mil valerosos españoles que trajo consigo, y de esos elementos sobrados para conquistar un mundo?
…Victorias, no, riquezas para el caudillo; laureles no, títulos inmerecidos fueron el fruto de esa aventura, vergonzosa por lo que tuvo de inhábil; desastrosa para España, por la gente y los caudales que en ella se habían invertido.
Expedición formidable por el número y la calidad: de oficiales, de soldados, de recursos, lo mejor; y con tener seguro el buen éxito, fue desbaratada y vencida por el genio de Bolívar y el valor de sus compañeros de armas.
Cuéntase que don Pablo, reconvenida confidencialmente por Fernando VII, contestó de esta manera: «Deme vuestra majestad cien mil llaneros, y me paseo triunfante por la Europa a nombre del rey de España».
Los llaneros, los enemigos de la república, eran ya republicanos; los contrarios de Bolívar eran ya sus soldados.
Boves, el mago que los hechizara, había descendido a las tinieblas, al tiempo que se levantaba en sus corazones su verdadero dios, ese a quien amaron y obedecieron ciegos, Páez, rey de los Llanos, Genio del Apure.
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