Su táctica fue genial, inesperada por las fuerzas realista españolas, manejó un ejército de masas, dividiéndolos en cuerpos y estos en divisiones; contrario al ejército español que para sus marchas formaban un solo cuerpo.
Bolívar permitió a los jefes de los cuerpos y divisiones tener misiones independientes; dándoles la oportunidad de emplear sus conocimientos y su claro juicio; así encomendó a Sucre la estrategia en las batallas de Pichincha, Ayacucho y Tarqui, por citar algunas.
Bolívar mandaba iniciar la batalla en todo el frente y de un momento para otro decide cómo y dónde ha de ser continuado, pero sobre todo busca el resultado decisivo.
En lo posible mantenía o sabía mantener fuertes reservas; consideraba que el último asalto es el decisivo.
Bolívar decìa que la guerra es asunto de todo el pueblo, y el pueblo lo seguía como su líder supremo, como su “LIBERTADOR”; su intención fue siempre hacer una guerra total y a muerte por la causa de la libertad de Hispanoamérica; y lo logró.
…”Miradle también en su corcel de guerra, como una estatua sobre un peñón de Bomboná, abriendo paso a las huestes del Sur, venciendo a sangre y fuego la terquedad y resistencia de Pasto, para llegar al fin a la línea ecuatorial y arribar a Iñaquito, donde Sucre, el Vencedor de Pichincha lo recibe, le enseña el sitio de la batalla y le informa el holocausto de Abdón Calderón, a quién resuelve glorificarle como lo hizo antes con Girardot y Ricaurte.
El Libertador está en Quito, donde el áureo sol de los incas corona de luz su frente broncínea, mientras los ojos de Manuelita Sáenz quema su corazón.
Organiza aquí la República y prosigue al sur para ascender al Chimborazo, envuelto en el tricolor de Colombia, arrebatado de un espíritu divino y pone sus plantas sobre los cristales eternos del gigante de América y domina el amplio panorama de las Naciones libres para seguir allí a través de los siglos como estatua simbólica sobre el Rey de los Andes, el mejor pedestal de su grandeza.
Y desciende a Guayaquil para ofrecer a ese pueblo legendario la sombra del pabellón de Colombia, se abraza con San Martín, como dos mares en conjunción de gloria y promete la libertad al Perú.
Fraterniza con Olmedo y le invita a cantar la epopeya de América, pues la nueva Ilíada necesita del astro del nuevo Homero.
Prosigue a Cuenca por los tortuosos senderos de los Andes y llega a la cuna de Huayna – Cápac, y al reposar en las tranquilas y floridas márgenes del Tomebamba, resuelve la liberación del Perú; ordena al mariscal Sucre preparar el ejército para proseguir la campaña, y vislumbra así las épicas jornadas de Junín y Ayacucho.
Avanza hasta la hidalga Loja para organizar el gobierno.
Pide en todas partes más gente para el ejército y comprueba que el Sur ha dado ya todos sus hombres para las filas libertarias.
Liberta definitivamente al Perú, convoca el primer Congreso Constituyente.
Olmedo prepara el proyecto de Carta Fundamental, el ilustre general José de Lamar, oriundo de Cuenca como Calderón, es recomendado por el Libertador para Presidente de la nación peruana, y avanza luego a consolidar la obra de Sucre, en la creación de Bolivia, hija predilecta.
Bolívar no ha muerto, y vive en la conciencia de América, como Padre de las Naciones creadas por su genio.
Vive como paradigma del patriotismo ejemplar, como genio tutelar inmortalizado en la historia del Nuevo Mundo para vigilar sus destinos en la trascendental misión que tiene que cumplir América como refugio futuro de paz y democracia para la humanidad; y vive el Libertador en el corazón de todos los bolivianos, los apóstoles de su doctrina entre quienes, como Jesucristo en el Santo sepulcro, se levanta después de su muerte en la perpetua resurrección de su gloria”. Roberto Crespo Ordóñez.-Discursos Históricos y Literarios.
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