“A nuestro juicio, estudio y observación, la lucha de independencia tuvo un carácter mixto, el cual se desarrolla en tres fases o caracterizaciones:
- De 1811 – 1815, cuando tuvo carácter civil o fratricida, hasta el desembarco en Margarita del Gral. Pablo Morillo en 1815, con tropas de la Península Ibérica.
-De 1816 a 1820 de carácter interno o intestino, con los acontecimientos del primer gobierno de Angostura – Bogotá, el cual representa el comienzo de la destrucción de los españoles de Nueva Granada; El Armisticio. Regulación y derogación de la guerra a muerte, hasta el 25 – 27 de noviembre de 1820 en Santa Ana de Trujillo.
-De 1821 a 1826 de carácter internacional, desde el rompimiento de las hostilidades en abril de 1821, pasando por la Batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, la caída y toma de Puerto Cabello, la capitulación final del resto del poderío español en Maracaibo y Coro, últimos baluartes del poderío español en Venezuela y de aquí hasta la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, la cual terminó con el poderío español en el Sur, no obstante la heroica o inútil resistencia del Comandante Rodil en el Callao, hasta el 23 de enero de1826 en el Perú.”
Este autor considera que las ideas independentistas nacen no sólo por causa de la independencia de los Estados Unidos y de la Revolución Francesa , como plantean algunos autores; sino que, se germinaron en Burya de Varyquecemeto, en 1553 y fueron sostenidas por caudillos aborígenes, en la Batalla de Curduvare, por el Negro Miguel, por Guaycaypuro, Araco, Guaycamacuto y tantos jefes más, combatientes, hasta Yaracuy y Apacuana. Reavivada además, por los movimientos de los Comuneros en Nueva Granada y en Mérida; por la conspiración de José María España y Manuel Gual, en 1797 y por la doble invasión independentista del Gral. Francisco de Miranda. Todos aquellos, ponían en el tapete la cuestión, como si fuera “dando punto” el paso de una a otra, para la debida acción, en el ánimo y pensamiento de los hombres más notables de la Oligarquía Criolla , quienes serían, los que promoverían la Revolución , en defecto de un pueblo incapaz, inhábil para luchar y menos aún para pensar en su libertad, por lo cual al principio, tuvo que ser un pueblo arreado, hasta hacerle entender sus derechos y su necesidad de ser libres e independientes. De aquí que fueran las gentes ilustradas y los hombres de las urbes, quienes primero se enfrentaran a la lucha en los campos de batalla; mientras campesinos, llaneros y gentes suburbanas, se acogían a la monarquía y se disponían a defender a Fernando VII, tanto en Venezuela como en Nueva Granada, bajo el antifaz de “Defensa de los Derechos de Nuestro Señor Fernando VII.”
GRAN COLOMBIA (1810 – 1830)
Este trabajo consiste en exponer el enfoque de este historiador en la obra ya mencionada, acerca de las Campañas Bolivarianas y Gran colombianas, es por esto que no haremos descripción de acción alguna sino que nos limitaremos a rastrear en el Tomo II, próximo a publicarse, las reflexiones y análisis que de los hechos históricos, hace el autor.
Entre los 86 planos que constituyen el volumen N° 12 de su monumental obra, Betancourt incluye uno que no es descriptivo de Campañas o Batallas como los 15 restantes de esta época. Éste, tiene por único objeto, demostrar de manera gráfica y objetiva, cómo y cuál fue la gran región de América del Sur donde se desarrollaron y se cumplieron las Campañas Bolivarianas, dirigidas por el genio militar, político y moral de El Libertador, Simón Bolívar; cuál fue el territorio que independizó y libertó y cuál fue la extensión territorial que constituyó a la Gran Colombia ó República de Colombia .
De acuerdo a los análisis y cómputos realizados por este historiador, en esta extensión geográfica se libraron 559 acciones militares, que pueden clasificarse en: batallas terrestres; terrestres–navales; navales–marítimas y navales–fluviales; terrestres–fluviales y fluviales– marítimas como las de Las Flecheras en febrero de 1818 y Puerto Cabello en 1823. Margarita, Angostura–Orinoco, Cumaná, Maracaibo, Santa Marta y Cartagena, Tenerife y Tamalameque, Guayaquil y hasta El Callao, son testimonios. Por dos océanos y en el Mar Caribe, todos sus ríos, lagos y lagunas! Hasta el Titicaca!
Dice Fidel Betancourt:
“Con señales de batallas y combates terrestres se llenaría este Plano; si a ello me dedicara; no quedaría espacio en milímetros para marcar movimientos de avances, retrocesos–retiradas, oblicuángulos, envolvimientos giratorios o desbordantes; derrotas y victorias; ataques, recesos, y marchas incesantes; 42 campañas en 19 años de luchas, hasta 1830! 13 acciones de armas por campaña, como promedio, desde Venezuela, pasando por Colombia, Ecuador, Panamá, Perú, hasta Bolivia. Desde Gûedeqûis en Coro, Venezuela el 14 de Noviembre de 1810 y de Bajo Palacé, región de Pasto en Nueva Granada el 28 de marzo de 1811.
En esta extensión geográfica se efectuaron 42 Campañas Bolivarianas Gran colombianas a partir de 1810, hasta 1830; se trajinaron en 19 años, más de 40.000 Km. Lineales, por caminos, veredas y rutas terrestres en campañas militares, batallas y combates diversos…. Además, Bolívar actuó por esos caminos y senderos, en más de 40.000 Km lineales, en viajes de reorganización, vigilancia, inspección, constitución de gobiernos y reanudamiento de labores rotas; y en solución de problemas, a través de más de 5.200.000 km cuadrados (varias veces el diámetro de la tierra) Del Ávila al Potosí, del Orinoco al Titicaca. Por dos océanos! … En conjunto, estos 80.000 Km . representan: ¡doce veces el radio de la tierra! ¡Dos veces su circunferencia!
Desde Abraham y Lott, saliendo de Ur y Haram y desde Moisés y Josué, saliendo de Egipto en Éxodo hacia el Monte Sinaí y luego hacia Palestina; desde Sur-Asurbanipal 859 a . de C. y los Faraones; desde Mursil y a Nabucodonosor; desde Jerjes, igual que desde Gen-giskan a Alejandro Magno, a La China milenaria de Tsin, siglo VIII a. de C. y de Meng-Tse –Mencio-Siglo IV a. de C., hasta Colón y Bonaparte, transformado el Mundo antiguo: Ninguna lucha, ningún hombre como guerrero y libertador del hombre en Campaña, recorrió extensión territorial ni marítima-fluvial-lacustre mayor, que el Libertador Simón Bolívar y sus ejércitos venezolanos y luego Gran colombianos. Mucho menos en defensa de la libertad e independencia de otros pueblos, sin quitar a esos pueblos su territorio y antes más, perdiendo del suyo, venezolano, la cuarta parte del propio, cercenado por algunos que dieron esos derechos y libertad! ”
Considera este autor que la libertad e independencia de estas naciones facilitó la independencia de Chile y Argentina. Así mismo resalta que la gesta bolivariana aseguró la libertad de toda la América , desde Panamá, hasta Cabo de Hornos, sin demeritar a otros libertadores del Sur.
Su opinión como investigador es que solamente dos hombres en el recuento de la Historia del Mundo, han dado como genios, su nombre a dos naciones y estos son: Cristóbal Colón y Simón Bolívar; en Colombia y Bolivia!
Así mismo observa que desde 1817, la norma son victorias militares. Considerando que esto significa que los aciertos militares ocurrían por más veteranía y por mayor tecnicismo y fueron uniformes desde 1817 sobre Guayana-Angostura. A esto sigue la proclamación de La República de Colombia en 1818-1819.
Con el interés de preservar sus opiniones de imputaciones de parcialidad, aclara que al decir: Campañas Bolivarianas, no quiere dar a entender que sólo fueran los venezolanos, los que hicieran la independencia; pues sin los granadinos ésta no hubiese sido posible. Sin los magdalenenses y costeños no habrían ocurrido las victorias que llevaron a Bolívar a Ocaña. Sin los momposinos y cartageneros, aunque los jefe y oficiales hubiesen sido venezolanos y sin los hombres del Norte, así como el aporte de Tunja, Bolívar no hubiera podido hacer y cumplir su Campaña Admirable. La “carne de cañón, el hombre del pueblo, el labriego y los trabajadores urbanos, fueron el factor principal de sus victorias”. Sabias direcciones, sabias disposiciones militares, sin tener sobre quien recaerlas para hacerlas cumplir; no pueden culminar jamás en victorias. Por esto aclara el autor, que no se quiere significar en la relación de las Campañas Bolivarianas fuera de Venezuela que sólo los venezolanos, fuesen los factores de la victoria en el Sur de América. Aun más, cuando en ocasiones el 75% de las tropas eran granadinas, aunque comandadas por capacitados y afamados jefes venezolanos y al menos el 50% de ese porcentaje, era granadino y si nos referimos al Perú, donde militaron fuerzas chilenas, argentinas y granadinas, un 30% de ellas serían venezolanas, incluso un 60% colombianas con el otro 30% de granadinos. Pero siempre la dirección era venezolana. En Ayacucho los peruanos, argentinos y chilenos formaron el 40% de no colombianos.
Realiza una serie de cómputos entre los cuales destacan 71 acciones militares intervenidas por venezolanos: Bolivarianas fuera de Venezuela y 26 acciones granadinas, solo en su independencia, haciendo la salvedad que no se toman en cuenta en estos promedios los que corresponden a las causas de combates por anexiones territoriales. Destaca, que este fenómeno no se presentó en Venezuela, en donde aunque hubo anarquía y disidencias personales pero nunca se batieron pueblos o provincias entre sí, por disputas territoriales. Considera que este tipo de acciones internas contribuyeron a debilitar debilitaron políticamente la posición de las provincias en lucha, ante Morillo.
Betancourt recorrió varias veces la escena de la Batalla de Pantano de Vargas, la cual tuvo una duración de 10 horas (25 de julio de 1819) y levantó el único plano que existe sobre el lugar de estos hechos, considera que fue predecesora de la Batalla de Carabobo y que aunque la Batalla de Boyacá, ha cargado con todos los honores, la importancia de Pantano de Vargas fue crucial para la independencia de Venezuela y de Nueva Granada y en la Creación de Colombia.
Apoya su tesis en lo expresado por el Hno. Justo Ramón (1960), quien dice lo siguiente: “De real trascendencia fue la acción del Pantano de Vargas. De haber vencido allí el español, hubiera fracasado definitivamente la campaña iniciada en Mantecal dos meses antes…Más la ventaja obtenida fue primordialmente de carácter psicológico…el enemigo desmoralizado perdió su confianza. El triunfo material,…vendría a corto plazo, en la acción de Boyacá…” Pág.151.
Aclara el autor, que si bien, algunas acciones libradas después de Boyacá, no fueron dirigidas directamente por jefes venezolanos, como en los casos donde los jefes eran Hermógenes Maza, J. M. Córdova, Antonio Obando y Joaquín Ricaurte, estas fuerzas obraron por órdenes de El Libertador, en Campaña Bolivariana y en muchos de estos cuerpos iban destacamentos u oficiales venezolanos, como fuerzas que luego serían llamadas Gran colombianas o simplemente colombianas pues eran fuerzas venezolanas, granadinas y ecuatorianas una vez creada la República de Colombia.
Considera Don Fidel, después de tanto escudriñar, que la Historia de Venezuela, como la Historia de Nueva Granada o Colombia actual, no han hecho justicia ni reconocido los méritos, a los españoles, que como tales, prescindieron de su calidad de españoles, para servirle a la causa de La Independencia. Al respecto dice:
“Que se sacrificaran los criollos, venezolanos y granadinos, estaba bien, no sólo era su necesidad sino su deber, el de luchar y sacrificarlo todo; pero españoles, como Villapol, Campo Elías, Campomanes, Mires y tantos otros, que como jefes u oficiales se sacrificaron en la lucha por la independencia, ¿Cuánto merecen? Y ¿Qué les ha dado la historia? ¿Dónde están sus méritos esculpidos en bronce?
José Mires es un hombre, un patriota que lo hallamos, como Santinelli y Valdés desde 1810 y 1811, al servicio de Venezuela, en el oriente, en los llanos, en occidente, en el Sur de América. En las páginas de esta Historia Militar se hallará a cada paso un español defendiendo con su vida, con sus conocimientos militares y con su tranquilidad, tanto la libertad como la independencia de América!
Expresa que éste, es uno de los testimonios de que la Guerra de Independencia fue una Guerra Civil – Internacional.
Destaca también que fue El Ecuador la primera que declaró y proclamó su independencia, el 29 de agosto de 1809 y que, aunque su fracaso, costó sangre, persecuciones y represiones españolas, también fue causa de los grandes disturbios y protestas de Caracas, en 1810, cuando se supo de estos acontecimientos.
De significativa importancia es el Plano de la Batalla de Bomboná levantado por el autor Betancourt a los 100 años de haber ocurrido, en croquis, en el mismo campo, en 1922. Como directriz para el estudio de los planos levantados por él, recomienda que éste deba guiarse por la descripción adjunta a cada Plano siguiendo los números y signos que demuestran los hechos exactos.
En relación a la Batalla de Pichincha. (Campaña Nº 37), ocurrida el 24 de mayo de 1822, este historiador observa que Sucre se vio forzado a dar la batalla en las peores condiciones que pudieran haberle ocurrido a un jefe que pelea, no donde pensó, sino donde lo obligan y que esta batalla estuvo a punto de ser fatal para Sucre, debido a que por el otro flanco, el Batallón Piura tenía que apoyar al Batallón Trujillo y no lo hizo.
Betancourt se consideraba a sí mismo como un narrador, un investigador de historia, sin preciarse de escritor literato y al respecto expresa: “yo me conduzco, no me dejo guiar, hago el camino luego de trazarlo y por esa senda transito, seguro de lo que voy haciendo. Yo conduzco mi nave, cual marinero que experto ya, cruza los mares, los océanos de la Historia. Por eso, sé para dónde, por qué, cuándo y cuánto avanzo. Por esto, al trazar la fisonomía de un jefe, de un político, de un guerrero, es con imparcialidad cierta, en raíces y ramazón”.
En cuanto a la Batalla de Junín, el 6 de Agosto de 1824, destaca el ingenio de Bolívar para la guerra, cuando considera como factor inmediato decisivo para esta victoria el hecho de que Bolívar había ordenado a los jinetes de caballería que marcharan en bestias mulares, para que cada cual llevara descansado su caballo. Cuando narra estos hechos, expresa:
“Al avisarse de la proximidad del enemigo, Bolívar mandó a remontarse cada quien en su caballo y luego de efectuar esto, cada uno debía pasar su silla de un lomo de bestia al otro, estas caballerías entraban así descansadas, con todos los bríos para resistir los movimientos del combate, avances y retrocesos; en cambio la caballería de Canterac, más numerosa y superior en disciplina por sus años de servicio y victorias, llevaba dos días con sus noches de marchas y el día 6, la contramarcha es apresurada, estas caballerías entraban así al combate en muy inferiores condiciones físicas y de allí, su falta de movilidad, al ser dominados por la destreza patriota quienes montaban bestias con movimientos ágiles por lo descansadas que estaban”.
De igual manera, destaca en relación con este hecho histórico, que allí se aplicó la táctica de “volver grupas”, muy propia de los llaneros y que como caso insólito, la batalla fue sólo a arma blanca, sin realizar ni un disparo. Considera que la Batalla de Junín preparó el terreno en el campo psicológico, del pensamiento y del ánimo realista, para la derrota en Ayacucho.
En relación a los fusilamientos realistas en 1824, luego de la derrota de Junín, teniendo como base una nota escrita por el Gral. Andrés de Santa Cruz, al Secretario de Estado del Perú; que Sucre, encontró más de 200 cadáveres insepultos, fusilados por Canterac, cuando indignado por la deserción de millares de hombres, fusiló a los que no podían marchar incluyendo a las mujeres que habían reclutado para que atendieran al ejército.
Tomando como base el Parte del Gral. Sucre sobre la Batalla de Corpahuaico, la cual tuvo lugar el 3 de diciembre de 1824, se pronuncia sobre un aspecto de esta acción, sobre el cual han existido ciertas discrepancias entre los historiadores, cuando hacen apreciaciones acerca de quién fue el jefe o jefes que decidieran la difícil situación del ejército colombiano en esta batalla. Algunos dicen que Moran, otros que Lara, Betancourt cree, que la salvación y la victoria se debieron a la capacidad de ambos. De acuerdo a su criterio, en este Parte queda aclarada la participación de ambos jefes, cuando destaca la actuación del Batallón Vargas, al mando de Morán, así como también la de los Batallones Vencedor y Rifles, que cubrían la retaguardia al mando de Lara
Expresa este historiador que para escribir esta Historia Militar de Venezuela ha debido leer, estudiar y analizar docenas de obras sobre la materia y cientos de escritos, lo que le ha servido para acercarse a la verdad. Observa que entre tantos historiadores, venezolanos, colombianos, peruanos, ecuatorianos, argentinos, españoles y europeos que han escrito sobre los hombres, los casos y las cosas de nuestra historia y de nuestra Guerra de Independencia, valora mucho los escritos del Hno. Justo Ramón (s/f) en su Historia de Colombia “por ser uno de los más sencillos, claros, imparciales, honrados, y digamos, sino apolítico, digno de confianza, por ser de criterio sano”. En relación a esta batalla toma como referencia al autor antes mencionado, cuando dice “En este mismo campo de Ayacucho se libró en 1524 la batalla que dio el dominio de las tierras de los Incas a España y por la gran matanza de aborígenes se llamo Aya-couchoo, Campo de los Muertos, …o Ayau-caoucho, en voz quechua…”. Victoria española ocurrida aquí donde ahora, justo 300 años después, se derrumbó!
Refiriéndose a la Batalla de Ayacucho, ocurrida el 9 de diciembre de 1824 expone, que por sus investigaciones, puede afirmarse que la apertura de la batalla y su desenvolvimiento se caracterizó por un movimiento de pinzas o tenazas, que para ese entonces, no estaba en acción, como arma o acto psicológico en las normas estratégicas, ni en las tácticas de los ejércitos, en los campos de batalla. Es así como Sucre autorizó, o mandó movimientos de bifurcación-conversión a un cuerpo, que produjo en cada caso, pinzas largas que copaban en medio de una aspersión de fuego, a los cuerpos contrarios.
Aclara este historiador que gran parte de lo que narra en referencia a la Campaña 41, es del escritor realista, Brigadier Andrés García Gamba, uno de los prisioneros de Ayacucho; considerando que el historiador debe equiparar conceptos y versiones, desbrozar las contradicciones de los informes o de los Partes Oficiales, para así obtener la verdad histórica, por lo cual no puede, ni debe atenerse a la información de un solo bando, del bando que le simpatice o que suponga tiene la razón en la causa. Trabajando de esta manera pudo determinar casi con precisión que las fuerzas de Sucre no superaban los 5.780 hombres, entre soldados, jefes y oficiales y entre las realistas llegaban a 9.310 hombres.
Refiere como dato, que poco antes de comenzar la batalla circularon en el ejército, a manera de arenga, unas breves palabras de Sucre, que fueron las siguientes: Soldados! Del esfuerzo de hoy depende la libertad de América!” y que el santo y seña para ese día, fue “Pan, queso y raspadura…”
En relación a los hechos finales, Betancourt expresa: Firmada la Capitulación el día 10 de diciembre, Sucre lleva, herido y enfermo al Virrey a hacerlo atender en Huamanga así como a otros heridos. Todas las fuerzas, posiciones y fortalezas españolas debían entregarse a los patriotas conforme a los términos de la capitulación, pero todos los que quisieran quedarse acatando las leyes podían hacerlo y los que se fueran, que era la mayoría, serian despachados en naves a Puerto Rico y otros lugares de dominio español en Las Antillas. Por ambas partes todo fue cumplido. Se entregó la Flota de nueve barcos que se concentraron entre Chala y Quilca, menos la fortaleza de El Callao, la cual no quiso entregar su Comandante J. E. Rodil, por lo cual dispuso el Libertador establecerle sitio, al mando del Gral. Bartolomé Salón, el que tendrá que combatir hasta enero de 1826 para tomar El Callao, fecha en que cae rendido Rodil.
Hace referencia también, en el estudio de este hecho histórico, a la Proclama que Bolívar lanzó a los peruanos, el mismo día 25 de diciembre, anunciándoles su retiro del mando y seleccionó los siguientes párrafos referidos a J. A. Sucre:
“La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana y la obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta y la ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas desbarataron en una hora a los vencedores de catorce años y a un enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado. Ayacucho es la desesperación de nuestros enemigos y la envidia de los americanos. Semejante a Waterloo que decidió los destinos de Europa, ha fijado la suerte de las naciones americanas. Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los mortales el ejercicio de sus derechos y el imperio sagrado de la naturaleza.
El general Sucre es el padre de Ayacucho: él es el redentor de los hijos del sol: el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas.
La posteridad representará a Sucre con un pie en Pichincha y otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac, y contemplando las cadenas rotas por su espada”.
La Patria Gran colombiana y sus Próceres.
Bajo este subtítulo el historiador Fidel Betancourt se propone recordar a algunos hombres meritorios de aquella época, hoy olvidados o escasamente nombrados, quienes al igual que otros próceres muy conocidos y nombrados, realizaron grandes acciones.
Expresa el autor, que como descendientes hoy, de soldados de la Gran Colombia, es justicia recordar a los Generales Nicolás Silva, Ramón Escobar, Juan Bautista Rodríguez, T. Morán y Joaquín Posada Gutiérrez; Ayudante del Libertador.
También hace mención al caso del Coronel Juan B. Aldarraga, nacido en la Victoria –Aragua – en 1796 y quien finalmente fallece en Barranquilla estando en servicio como jefe de un Distrito Militar. Lo califica como un caso especialísimo y al respecto expresa:
“De vivir en Madrid y ya como Teniente de Ingenieros, abandona su carrera en 1822 para trasladarse aventuradamente a Montevideo; ya en Buenos Aires se incorpora a las armas patriotas, como oficial técnico, disciplinado y valiente y pronto se destaca, pasando luego al Perú para alistarse en el Ejército Auxiliar del Perú, allí es incorporado al Mando de Estado Mayor Libertador con Bolívar y se halla en las acciones de Octábala y Catambuco, también con Bolívar. Posterior a esto, en la Batalla de Junín, donde se bate gloriosamente, así como después en Corpahuaico, en Arequipa, Cangallo, Ayacucho, en Tarqui, siempre en batallones de renombre y en puestos nobles que lo llevaron a recibir honores del Libertador, como lo fue el título de “ Benemérito de la Patria en Grado Heroico y Eminente…” Sin embargo, hoy no es recordado.
Otros casos que menciona son: el Gral. Hermógenes Maza, quien tuvo entre sus eminentes haberes la recuperación de Tenerife; Rosendo Ramírez y Gregorio Rodríguez, Capitanes de la Marina Fluvial del Orinoco, por el Magdalena, así como José Antonio Díaz; desde el Orinoco hasta Caicara y Caura, al igual que Vicente Peña, desde Bocas de Apure a San Vicente de Apure. Todos ellos, mantuvieron abiertas las vías de libertad, dice Betancourt; sin ellos no habrían ocurrido las campañas de Guayana, Apure y Boyacá.
Al terminar la reseña del año 1825, Betancourt expresa que como autor de esta obra se permite asentar, que tanto el Ejército venezolano que llevó la libertad a Nueva Granada, como el Ejército Colombiano, conformado por granadinos y venezolanos, llevando la libertad a otros pueblos, regresan sin las manos ensangrentadas por la rapiña y sin llevar en su conciencia la tacha de territorios o naciones desmembradas. Califica este hecho como un caso único en la Historia del Mundo y hace referencia aquí a la oración del Dr. Choquehuanca en Honor a Bolívar, en el pueblo de Pucara; “Vuestra fama crecerá; así como aumenta el tiempo con el transcurso de los siglos, y así como crecen las sombras cuando el sol declina”.
En cuanto a los Combates de Abejorral - Socorro y el de Cerinza, ocurridos en agosto de 1829, el autor Betancourt, no califica estas acciones como bolivarianas, por tener un carácter mas que anti-realista, de lucha civil o rebelión interna de intereses políticos locales; sin embargo expresa que no se puede omitir una referencia a estas acciones, porque ellas obligaron al Gobierno de El Libertador a movilizar fuerzas para sofocarlos, siendo el jefe destinado en esta campaña, el Gral. Justo Briceño, quien por cierto usó con bastante rigor los fusilamientos. Como igual caso considera a la Campaña de Portete de Tarqui, que tanta trascendencia tuvo, como una Batalla ganada por Colombia con los ejércitos granadinos y venezolanos, al mando del Mariscal Sucre.
Más adelante aclara: “Me apresuro a informar a mis lectores, que los infaustos, reprobables y dolorosos sucesos del 25 de septiembre de 1828, en su carácter de rebelión y atentado contra Bolívar; así como la rebelión del Gral. Córdoba y su muerte en el combate de El Santuario, Antioquia, el 17 de octubre y los otros encuentros que le precedieron en 1829; no los conceptúo como acciones bolivarianas”.
En cuanto al nombre que toma Nueva Granada expresa que algún escritor dijo ahora, muchos años después de todos estos acontecimientos, que Venezuela y Ecuador debieron oponerse a que Nueva Granada, se llamara Colombia, después de la disolución de la nación del mismo nombre, porque éste le correspondía solamente a la Gran Colombia , que esto había sido “un robo, una apropiación indebida en el orden político histórico”. En su análisis crítico expresa que cada país puede colocarse el nombre que quiera, si alguien antes no lo ha hecho y que por otra parte, fue en Nueva Granada, donde se instauró la capital de esta República, concretamente en la ciudad de Bogotá y fue por amor y gratitud a Bolívar, por amor y respeto a la Historia, por lo cual se conservó el nombre de Colombia! Finalmente puntualiza, refiriéndose a la relación actual entre Colombia y Venezuela, “Este nombre, que como en el rito cristiano, el vino y el pan de la Eucaristía representan “Cuerpo y Sangre de Cristo”; debe representar siempre espiritualmente la Gran Colombia”.
Para finalizar el Tomo II de su Historia Militar de Venezuela expresa lo siguiente:
“Al terminar esta parte de esta Obra, Época 2ª. 1810-1830, lo hago satisfecho de mi imparcialidad para ver y juzgar cosas ocurridas; suponiendo dejar sin rencores a personas descendientes de aquellos, así como tampoco con gratitudes hacia mí; porque no he escrito con odio, ni con amor, ni con indiferencia, de personas o de cosas, ni es mi obra, ideario político ni bandería partidista. He escrito como producto aborigen, de nuestros cruzamientos, en lo que respecta a nuestros orígenes pre-post-coloniales; como Colombiano descendiente de aquellos que fueron e hicieron La Gran Colombia ; venezolanos y granadinos; descendiente en lo político; y he escrito como venezolano que dedicó su vida a investigar y comprobar los hechos ocurridos, no sólo en los libros que otros escribieron, sino sobre los mismos campos donde los hechos militares se desarrollaron desde 1810 a 1830; los de la independencia; y desde 1830 a 1935; los de nuestra agitada vida civil, política y militar interna; de los cuales, en los últimos tiempos y de mi generación, fui coparticipe a partir de 1915, en las luchas armadas, que durante lustros sufrió Venezuela.
Repito que no he escrito como académico, ni como literato, no como militar arrogándome méritos que no posea; he escrito con amor por la historia; para Venezuela; por mi tierra Barinas, a nombre de mi pueblo, Puerto de Nutrias, para las gloriosas Fuerzas Armadas de la Venezuela del pasado, del presente y del porvenir. El Autor.
Entre los anexos que se incluyen en esta ponencia, se encuentran: la lista de planos de la Gran Colombia, elaborador por Fidel Betancourt, en la forma descrita en el texto de este trabajo, un resumen de promedios y sacrificios, correspondiente a la época que nos ocupa (1810-1830), un cuadro sinóptico acerca de las acciones militares grancolombianas en territorio de La Nueva Granada, un cuadro demostrativo de las actuaciones militares granadinas, no bolivariana, ocurridas sin la intervención de venezolanos y un resumen de las 42 Campañas Bolivarianas, clasificadas así por el autor Betancourt. Estos cuadros sinópticos representan una parte muy importante del trabajo del historiador a que hemos venido haciendo referencia, por cuanto nos ofrecen un panorama global de los hechos históricos en la época de la independencia. Así mismo se incluye un esquema general de la obra de Fidel Betancourt, “Historia Militar de Venezuela (1553-1935)”
Al finalizar este trabajo, lo hago, con la satisfacción de presentar ante ustedes, militares de América, la humilde, pero valiosa colaboración de un hombre que dedicó su vida, haberes y esfuerzos a investigar objetivamente la historia de Venezuela y de América, con el ánimo de reconstruir los hechos en la forma más objetiva posible y que aún, desde su sepulcro, espera por el merecido reconocimiento que le debe su patria y América en virtud de haber consagrado su vida a la investigación y a la consecución de la verdad histórica en relación a cuanto suceso importante desde el punto de vista histórico militar, tuvo lugar durante el período 1553-1935. Agradezco esta invitación y pido a El Creador, se haga justicia al nombre de Fidel Betancourt, como historiador y como testigo de la época, Castro-Gómez.
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