Los oficiales realistas de alto rango que mandaban los ejércitos españoles en su mayor parte fueron hijos nacidos en su madre patria España; los oficiales patriotas criollos así mismo mayoritariamente nacidos en América, no faltaron oficiales de extranjeras naciones que guiados por un profundo culto a la libertad del ciudadano, y su aversión al tiránico gobierno español, contribuyeron con su vida y persona a la gran gesta libertaria.
Tampoco faltaron criollos americanos, oficiales y tropas que ofrendaron su vida por España, tal vez llevados por ese juramento solemne que hicieron de defender al Rey su religión y su Patria.
Debemos tal vez hablar de una guerra civil hispanoamericana, tendiente a conseguir la independencia, pues los enfrentados en esta guerra fueron hermanos, hijos de una misma Madre, no fue la guerra de un país enemigo en contra de otro país enemigo, ni de un reino contra otro.
No faltaron los “tránsfugas tardíos”, que pese al juramento de fidelidad al Rey de España; en un momento dado sin importarles el perjurio, se pasaron al bando patriota, viendo ya perdida la causa realista y vislumbrando ya los albores de la libertad.
La verdadera historia los señala con el dedo en las páginas de la ignominia; aunque la historia espuria los consagre como patriotas de última hora, nunca podrán ocupar los peldaños de la gloria que los verdaderos patriotas del albor libertario que creyeron y lucharon por el sueño de libertad lo ocupan en el empíreo, vigilando aún con su espada fulgurante que estos peldaños nunca sean ocupados por tránsfugas, traidores y perjuros que ellos acá los conocieron.
Bolívar inmortal, coronado de gloria, comanda como Jefe Supremo, ese ejercito de héroes, de patriotas, y víctimas civiles, que lucharon por el derecho a ser libres de toda opresión injusta y arbitraria.
De las jornadas épicas de la libertad, de los albores de nuestra independencia; mucho se ha escrito, y lo han hecho doctas plumas que teniendo en sus manos documentos originales y auténticos, nos han legado sus investigaciones históricas; y, nos han contado con la ya casi olvidada prosa, estilo propio y elegante, como la de Remigio Crespo Toral, Manuel de Jesús Calle, Víctor Manuel Albornoz Cabanillas, entre los más esclarecidos escritores; agotando prácticamente la fuente histórica de las gestas libertarias, de las que generaciones posteriores nos hemos nutrido con indecible admiración y orgullo.
Muchos son los historiadores que ya no se encuentran entre nosotros, los que han contado con el estilo que solo ellos lo poseyeron; hoy solo quedan ya aficionados a la historia que tratan de imitar el estilo propio de aquellos; y, que tomando sus versiones e investigaciones históricas, solo logran plasmar un cuadro brumoso de la misma; y, no pocas veces distorsionado.
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