Ejército de los Andes, nombre por el que es conocido el contingente militar integrado por cerca de 3.500 hombres, entrenado y comandado por el general argentino José de San Martín con el objeto de extender en 1817 la independencia desde las Provincias Unidas del Río de la Plata hacia otras colonias españolas, durante el periodo de la emancipación de América Latina.
El objetivo fundamental de San Martín fue crear un ejército regular capaz de combatir contra las mejor preparadas y pertrechadas tropas leales del virreinato del Perú, donde se encontraba el principal bastión realista.
El 5 de enero de 1817, San Martín, que era gobernador intendente de la provincia de Cuyo y había sido designado jefe del también llamado Ejército Libertador de los Andes por el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón; partió de la ciudad de Mendoza al frente de sus tropas para cruzar la cordillera andina en dirección a Chile.
El plan original de San Martín de atacar Lima a través de la ruta terrestre del Alto Perú (actual Bolivia) fue modificado para liberar previamente Chile.
A esta genialidad estratégica se unió la notable habilidad táctica con que San Martín dividió a las fuerzas realistas amagando el paso de los Andes por varios lugares, obligando a sus enemigos a cubrirlos todos a la vez.
De las dos expediciones principales, una atravesó el paso de Uspallata, dirigida por el coronel bonaerense Juan Gualberto Gregorio de las Heras, y la otra hizo lo propio por el paso de Los Patos, organizada en tres divisiones, al mando respectivo del brigadier, también bonaerense, Miguel Estanislao Soler, del general chileno Bernardo O’Higgins y del propio San Martín.
Las fuerzas de San Martín cruzaron la cordillera de los Andes entre el 18 de enero y el 8 de febrero de 1817, a través de cuatro pasos situados a más de 3.000 m de altura.
El 12 de febrero se enfrentaron en la batalla de Chacabuco a los realistas, que, comandados por el coronel español Rafael Maroto, fueron derrotados en toda línea.
La subsiguiente toma de la ciudad de Santiago, dos días después, selló definitivamente la independencia de Chile.