La pólvora, el papel o estopa para presionarla y contenerla debía ser precisa; venía la bala, esta debía entrar así mismo en el cañón en forma precisa y apretada, por lo general la bala se lo envolvía en un calepino (trapo) o papel, se introducía en el cañón, y con la baqueta del arma se lo llevaba hasta el fondo del cañón en donde a golpe o taqueo se lo alojaba junto a la pólvora; era muy importante saber dar los golpes necesarios y precisos para que la bala, la pólvora y la estopa tengan y den la presión requerida para un disparo óptimo.
Una vez cargada el cañón del arma, se debía cargar la cazoleta o fogón de la llave, para ello se requería de otro tipo de pólvora más sensible que la primera, ya que esta pólvora recibía la lluvia de chispas del pedernal que con violencia se frotaba en el rastrillo de acero de la llave, si no se producía una lluvia de chispas del pedernal dirigido a la pólvora depositada en una pequeña concavidad llamada cazoleta, esta comunicada con el oído del cañón, este fusil no disparaba; si la lluvia de chispas daba con ellas en la pólvora, y esta era sensible a las mismas, se encendía esta pólvora comunicándose con la del cañón a través del llamado oído, es decir un pequeño orificio en el cañón del fusil que comunicaba la pólvora de la llave al cañón, luego venía la explosión y la salida consecuente del proyectil o bala.
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