Consta para la historia que el criminal asesinato del gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre se llevó a cabo en el sitio llamado -La Jacoba - un paso apto para la emboscada,ubicado en las selva de Berruecos.
El 4 de junio de 1830, por orden del general José María Obando, a través de sus secuaces y ejecutores del crimen:Apolinar Morillo, José Erazo, Juan Gregorio Sarria, Andrés Rodriguez, Juan Gregorio Rodriguez y Juan Cuzco... "Sucre no pasara de aquí" había escrito jactancioso Obando.
Días antes el Coronel José del Carmen López, había ofrecido a Sucre una escolta de 25 soldados, que prepararla había de tomar varios días, en tanto Sucre deseoso de llegar lo más pronto a Quito, y a su hogar, partió sin ella.
El 2 de junio (1830) en la Posada del Salto de Mayo, paso obligado del viaje Sucre encontró a Erazo dueño de la indicada Posada, al comandante Apolinar Morillo, venezolano y Juan Gregorio Sarria Granadino, con Andrés Rodriguez y Juan Cuzco soldados veteranos del Perú, y a Juan Gregorio Rodriguez, indio de Alpujarra. Su presencia suscito el sentido recelo de Sucre, hecho aunque grave no hizo que tomara medidas de seguridad.
El 3 de junio, en así mismo la obligada posada de la venta Quemada, volvió Sucre a encontrar a Erazo y Sarria, que se le habían adelantado en el viaje; recrudeció la sospecha de Sucre que dispuso a los suyos tener aprestadas las armas.(Sucre viajaba con dos asistentes).
El día 4 , los viajeros continuaron la marcha partiendo a eso de las siete de la mañana y como a una hora de haber andado, al llegar al recodo de La Jacoba, se escucho un silbido y un grito que decía: "¡General Sucre!", a lo que el Mariscal detuvo su mula para mirar al sitio de donde provino el grito; en eso se oyó un tiro de fusil y en seguida tres detonaciones" Sucre fue alcanzado por aquellos balazos " dos en el pecho y el uno de la oreja a la cara", cayendo al suelo muerto.
Su mula asustada corrió adelante, abandonando a su dueño.
Los que le acompañaban asustados por los tiros corrieron adelante; pero al ver a la mula del Mariscal que vacía se les adelantaba , detuvieron su marcha;y, Colmenares ordenó a los arrieros que regresen a ver lo ocurrido ; estos volvieron trayendo el sombreros del Gran Mariscal, atravesado por la bala y dieron cuenta de que se hallaba tendido en el suelo y muerto.
Caicedo fue a la venta por auxilio, solo un hombre venciendo el temor se prestó para ello, entre ambos volvieron donde estaba el cadáver de Sucre.; y en una ruana (poncho) lo llevaron a un claro de la selva y allí junto a un árbol, le dieron cristiana sepultura en una fosa superficial de una vara de profundidad, después de cruzarle las manos sobre el pecho y rezar sus oraciones.
Una tosca cruz de madera, hechas con dos ramas atadas con bejuco, señaló la tumba provisional del hombre ejemplar;el brillante conductor militar que con su constancia,su valor, y su genio había consagrado la libertad de América del Sur, en Ayacucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario