domingo, 27 de enero de 2013





BOLIVAR Y LA RESURRECCION DE BOVES
DOS HOMBRES Y UN DESTINO
Por: Jorge Mier Hoffman

“Habitantes de la Provincia de Caracas: Un jefe de bandido, conocido por su atrocidad, el perverso Boves, ha podido penetrar hasta la Villa de Cura, reuniendo esas cuadrillas de salteadores esparcidos por los caminos de Los Llanos… Seguid a vuestro Jefe, que os ha conducido siempre a la victoria, y os ha dado la libertad”

Simón Bolívar



Bolívar se refería al asturiano, el hombre fuerte y valeroso conocido por sus aguerridos hombres como el “León de los Llanos”, como el “Urogallo” para los cronistas europeos y “la bestia a caballo” por los miserables pobladores que sentían la barbarie de ese monstruo asesino que tiñó de rojo los campos de Venezuela, cuyo valor y arrogancia cautivó a los aguerridos llaneros, puesto que Boves daba el primer paso en toda empresa temeraria, y a quien sus soldados llamaban sumisamente “taita”. Boves conducía un ejército de llaneros, quienes, a pecho descubierto, montura al pelo y lanza en mano, desbarataban los improvisados parapetos que les cerraban el paso, en un intento desesperado, de los humildes pobladores, por frenar la carga de muerte que llegaba con el asturiano.

Es la reacción desesperada de la población atemorizada, que intenta en vano frenar a las hordas asesinas que ciegamente siguen las órdenes de su sanguinario líder Tomas Boves, como la sombra de la muerte que arrasa los ya sufridos caseríos, dejando a su paso un dantesco escenario de devastación y muerte.

En el corazón de Boves no había espacio para la compasión, cuando celebraba en una orgía de sangre el éxtasis de su victoria: niños, mujeres y hombres, sin importar la edad, son sometidos a una brutal tortura infernal, mientras sus cuerpos temblorosos son lacerados y mutilados sin piedad…

“De pronto..! Un joven implora por la vida de su anciano padre…

 Boves lo hace llevar ante su presencia… Impresionado por la actitud arrogante y valiente de ese muchacho, le pregunta: ¿…Hasta dónde eres capaz de suplicar por su vida…? No importa lo que usted me pida, por mi padre soy capaz de todo… ¿… Si te dejas cortar las orejas sin gemir si quiera un suspiro de dolor, le perdono la vida a tu viejo..? y con la frialdad de un hijo que ama a su padre, cierra los ojos, mientras el verdugo saca su filoso machete y mulita la primera oreja… Boves está atento de oír si quiera un gesto de dolor, y con su dedo en la boca ordena el silencio de sus hombres… pero el joven aguanta con una impresionante frialdad, mientras la sangre caliente recorre su cuello… Boves ordena continuar el suplicio, para que el bárbaro mutile la otra oreja… y nuevamente el joven da muestras de una valentía sublime, que hizo reaccionar a los propios llaneros, quienes muestran en sus rostros señales de compasión… Ante tal espectáculo, Boves se da la vuelta y se dirige a su caballo, al momento que ordena… Mátenlos a todos..! Cuando unos de sus colaboradores le pregunta… ¿… Por qué matar al muchacho si pasó la prueba…?
Boves le responde: Por eso mismo… demostró una valentía que mañana se convertirá en una venganza que nos devorará…”

José Tomás Rodríguez Boves nació el 19 de septiembre de 1782 en la ciudad asturiana de Gijón… En 1803 se graduó de piloto de la marina mercante, lo que le permitió viajar a Venezuela, donde se le acusó de contrabandista y fue arrestado en Calabozo… Luego se convirtió en comerciante y se dedicó a la compra y venta de ganado… Aunque inicialmente era partidario de la independencia de 1810, por su resentimiento social asumió el rol del líder de los marginados llaneros, apoyando la sublevación del realista Domingo Monteverde, cuando cayó la Primera República, y Bolívar sufrió su primer exilio.

“Boves es un hombre cruel que no parece haber sido amamantado con leche de mujer, sino con la de los tigres y las furias del infierno”.

Simón Bolívar


Boves era un hombre sobresaliente y de un porte de líder indiscutible, que tuvo la habilidad y la inteligencia de utilizar como bandera “el odio de clases”, alimentado por la esclavitud y el resentimiento de pueblos sumido en 300 años de tiranía española…

Mientras los republicanos invocaban la independencia, manteniendo inalterables sus privilegios económicos sustentados en la esclavitud y el latifundismo que heredaron de la monarquía española, Boves con prédica demagógica, levanta a la gente de color contra los blancos y mantuanos, como la clase social privilegiada a la cual pertenecía el Libertador Simón Bolívar y la mayoría de sus colaboradores… De esta manera, Boves marcaba una diferencia entre el ejército patriota y sus hordas de bandoleros; que al fin y al cabo, constituían la mayoría del pueblo marginado de la Provincia de Venezuela, congregados y relegados en la región inhóspita de los llanos.

Boves aumenta su popularidad cuando incita a la lucha de clases como un acto revolucionario de justicia y libertad, ante la opresión y la esclavitud de la oligarquía explotadora de los campos: exige la tierra de los blancos para ser repartida entre los pardos; su lucha intentaba cautivar a la marginada población indígena esclavizada por las misiones; libera a los esclavos de color y les otorga los cargos más importantes en su improvisado ejército… El principal problema que representaba Boves para los líderes de la revolución bolivariana, era su neutralidad ventajista para cautivar al pueblo, ya que no se presentaba como afecto al rey de España Fernando VII, y por otra parte criticaba el sistema republicano adoptado por la oligarquía mantuana tras la victoriosa Campaña Admirable protagonizada por Simón Bolívar, el Libertador… Como bien dijo el escritor Enrique Castellanos:

“A su regreso de Angostura y al frente de su legión infernal, Boves, bajo el cobijo de una bandera negra, corta el hilo de la vida, echando a volar sobre los cielos del llano los cuervos negros de la infamia, permanentemente inflamados por el no menor rencor de la venganza”

Es así como de las entrañas de Venezuela surge un ejército devastador que partía de los Llanos, para desmembrar los pelotones patriotas diseminados en toda la vasta extensión del territorio… Era un ejército implacable que crecía y crecía con reclutas tomados de las propias tropas republicanas… no por una convicción ideológica, sino por el temor de ser aniquilados en tormentos de torturas, ya que la consigna de Boves era implacable: no tomamos prisioneros..!

Al terminar el año de 1813, la situación para Simón Bolívar es nada envidiable: El gobierno no ha logrado instrumentar los programas sociales que había prometido, la situación económica se agrava con el embargo económico impuesto por los países europeos y la neutralidad que mostraban los Estados Unidos a favor de España, la anarquía. y los focos de guerrillas que se sucedía en todos los rincones del país, lo que hacía insostenible el gobierno de Bolívar… Son problemas que debe atender de manera inmediata, y que no le permitían dedicar el tiempo suficiente a la gobernabilidad de una nación surgida de 300 años de esclavitud española… en fin, todo se agrava con la presencia de Boves, quien había logrado lo inimaginables para el Libertador:

Convertir a los propios venezolanos en enemigos entre ellos mismos y enemigos del movimiento revolucionario e independentista de Simón Bolívar.

Ya el problema no era España ni los invasores… no se trataba de expulsar a los españoles y canarios… ahora la lucha de clases y la anarquía interna, hacía estragos en la sociedad, con resultados aún más desastrosos que la propia Guerra a Muerte, cuando fue decretada por Simón Bolívar para frenar los crímenes que cometían los peninsulares en nombre de España… Al respecto de la Guerra a Muerte, recordemos las reflexiones de Bolívar en esos momentos cruciales en la reconstrucción de la Patria:

“El comandante español Zuasola, con feroz frenesí, de que no hay ejemplos en los anales del crimen, decapitó la mayor parte de la población pacífica de Aragua; hombres, mujeres, niños sin distinción alguna.

 A los demás los hizo desollar vivos y arrojar a un lago venenoso para poner fin a su existencia. Ni las mujeres en cinta, ni un sólo individuo, se escapó de la furia de ese monstruo.

 El español Rosete, al entrar a la población de Ocumare cerca de Caracas, resuelve igualar a su compatriota Zuasola y excede a todos los demás en crueldad.

Sus desgraciadas víctimas fueron sacrificadas al pie del altar, donde se refugió la población… Entre otras torturas de su invención, hacía arrancar la piel de las plantas de los pies y los obligaba a correr por la arena caliente hasta morir…

 A otros los ataba a un poste y luego de arrancarles las entrañas, los dejaba pasto de los insectos”

La extensa e inhóspita región de Los Llanos, se convirtió en una cantera inagotable de hombres que se sumaban a las bandas de forajidos de Boves, y desde allí, iban y venían causando estragos, muerte y desolación en todos los rincones del país… Boves inspirado en sus triunfos y escaramuzas, ahora reta a Bolívar en una batalla decisiva, al dirigir su ejército hacia Caracas.

El 1º de febrero de 1814, Boves sacude los cueros de su caballería, y con sus largas lanzas de tres metros, los llaneros se dirigen a la capital. Le acompaña el sanguinario Rosete, tan sádico como él… Caen como vampiros sedientos de sangre sobre los Valles del Tuy… El patriota Campo Elías intenta en vano detenerlos en La Puerta, pero cae derrotado… Bolívar al tener noticias de este revés, concentra sus tropas en Valencia, en la desesperación de frenar la maquinaria asesina que se dirigía a Caracas… En la Guaira, llena de prisioneros y escasas tropas, la única vía es su fusilamiento, incluyendo a los enfermos… Una difícil decisión para Bolívar, pero necesaria, tomando en cuenta el tamaño del enemigo que amenazaba la paz de la República… Finalmente… Boves, triunfante entra a Valencia el 9 de julio, para saciar los más bajos instintos de ese ejército de bandoleros que lo acompañaban.

Como escribió Llamozas, capellán y cronista de Boves:

“Lo de Valencia fue una noche de San Bartolomé, donde se mata a los hombre y se veja a las mujeres. Durante varias noches que duró el tormento, a los hombres se alancean, como hacen los matadores con los toros en los ruedos. Boves, en su furor de cómitre, agita el látigo y hace que las damas bailen el “periquito”, un son de la época, mientras sus esposos son cazados con las largas lanzas. Es un holocausto satánico e  innecesario… A las damas que habitaban la residencia del gobernador, las ataron a la cama y con un filoso cuchillo les cortaron los pezones, en un éxtasis de alaridos de lujuria y violación”

Ante el temor que inspiraba la presencia de Boves, y la amenaza en que sus designios sangrientos llegaran a Caracas, Bolívar convierte la ciudad en un bastión impenetrable con murallas y obstáculos improvisados que sitiaban la ciudad en sus cuatro puntos cardinales… Por varios días estuvo la población inmersa en la incertidumbre, cuando llegaban las noticias del avance indetenible de Boves… Fueron varios días de desesperación que vivieron sus habitantes, donde niños y mujeres fueron convertidos en soldados de la Patria… Así los describió Eduardo Blanco:

“Excepto el agua, que las frecuentes lluvias de la estación les proporcionaban con alguna abundancia, los sitiados carecen en absoluto de medios de subsistencia. El poco ganado, y los escasos cereales y raíces que se habían podido introducir en la ciudad antes de ser cerrada, hacía ya muchos días que se había consumido, así como los caballos y los burros; y aquel hambriento pueblo, después de devorar los más inmundos animales, roe con desesperación las piltrafas de cuero que antes hubiera despreciado y hasta las suelas de sus propios zapatos”

Insaciable de sangre y morbosidad enfermiza, Boves no desmaya en la infame tarea que ha comenzado en su sarao de lujuria, lo cual disfruta a plenitud, mientras llueve el oro de los terratenientes que pagan para no ser degollados… Y para continuar disfrutando ese éxtasis de terror, envía a Morales a tomar Caracas… ya se sabía de la huída de Bolívar y la mayoría de la población rumbo a Barcelona, luego del discurso de resignación que promulgó Bolívar

“Terribles días estamos atravesando: la sangre corre a torrentes; han desaparecido los tres siglos de cultura, de ilustración y de industria; por todas partes aparecen ruinas de la naturaleza o de la guerra. Parece que todos los males se han desencadenado sobré nuestros desgraciados pueblos”


¡.. A Oriente…! ¡.. A Oriente…! Vamos a reparar nuestros desastres y proseguir luchando


Así gritaba el Libertador para convidar al pueblo caraqueño a abandonar la ciudad… El 7 de julio de 1814, más de 20 mil personas toman la vía de Barcelona, dirigidas por una pequeña tropa al mando de su Libertador … “La Emigración de Oriente”… Así llama la historia patria los acontecimientos de esa extraordinaria aventura, cuando los caraqueños huyeron de las hordas asesinas de Boves, en su lujuria de saquear la capital y asesinar a los blancos mantuanos…

 A las órdenes del Libertador, el pueblo seguía por un sendero infernal hacia un destino incierto… Esa travesía significó penetrar en selvas infestadas de fieras y alimañas; riscos y precipicios; ciénagas y tierras movedizas… Sólo los más fuertes, los más osados y en mejores condiciones físicas, eran capaces de soportar las inclemencias de la travesía… Tales fueron la condiciones infranqueables que se les presentaron durante todo el recorrido, que más de la mitad de la caravana humana pereció antes de llegar a su destino… y mientras la mayoría quedaban atrás por la extenuante faena, Bolívar daba muestras de infatigable aliento para abrirse camino entre la maleza, organizar a la gente, cargar con los más débiles, curar a los enfermos, hacerse de agua y alimentos, y como si fuera poco, organizaba su precaria tropa para cuidar la retaguardia y evitar un asalto sorpresa a manos de Morales.

¡¡¡Lo demás es historia conocida!!!

Muchos murieron en la travesía infernal; algunos que sobrevivieron, huyeron a Trinidad, isla en poder de Inglaterra, donde fueron repatriados, por un Acuerdo de Ayuda Mutua que tenían España e Inglaterra, para terminar sus vidas en las mazmorras; mientras una pequeña parte huyó hacia Cartagena e islas vecinas, donde encontraron la tranquilidad de un refugio político.

El 16 de octubre Boves ocupa Cumaná, y siguiendo su ruta de sangre, como de costumbre, pasa a cuchillo a todos los habitantes, incluyendo a las mujeres, niños y ancianos… Más de 1000 personas quedan tendidas en las calles, mientras la banda de forajidos irrumpe los hogares, violando a las mujeres y torturando a los hombres en busca de sus riquezas.

Luego de cometer todo tipo de infamias, el 5 de diciembre de 1814, Boves reorganiza sus fuerzas para aniquilar a los insurrectos patriotas en la Batalla de Urica, en un fogonazo final que destrozó los últimos vestigios de tropas republicanas al mando de Ribas y Bermúdez.

Boves no pudo celebrar esta victoria que entierra la Segunda República: una lanza republicana surgió inesperadamente entre el fragor de la derrota del ejército patriota, para cegar su vida en el momento culminante de la batalla… Urica enterró la Segunda República y la vida del sanguinario Boves… Pero su nombre dejó una amarga experiencia en Bolívar… Boves… al que Bolívar no pudo vencer, y por el contrario, sucumbido ante la fiereza temeridad, heroicidad, valor e inteligencia, de ese monstruo sediento de sangre, al que todos temían con sólo escuchar su nombre: “Boves”… Así lo escribió Blanco Bombona:

“En Urica muere Boves y muere la Patria… Y como símbolo de que ella muere allí en la carnicería subsiguiente, perece el himno nacional… Muere su autor, el músico Landaeta… Muere el pensamiento de la República en la persona del brillante y profundo Lic. Sanz… Muere allí el virtual inteligente diputado Francisco Javier Ustáriz… Lo único que no muere y escapa en manos de Ribas y Bermúdez, es la bandera nacional”

Tres meses antes en Carúpano, el 7 de septiembre, el Libertador había profetizado su destierro, al reflexionar sobre las causas de la pérdida de la Segunda República, en un Manifiesto lleno de sentimientos, frustración y esperanzas:

“Vuestros hermanos y no los españoles han desgarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares y os han condenado a la expatriación”

En su Manifiesto de Carúpano, Bolívar jura volver a liberar a Venezuela:

“Yo os juro, amados compatriotas, que este augusto título de Libertador, que vuestra gratitud me tributó cuando os vine arrancar las cadenas, nos será vano. Yo os juro que Libertador o muerto, mereceré siempre el honor que me habéis hecho; sin que haya potestad humana sobre la tierra que detenga el curso que me he propuesto seguir hasta volver a libertaros”



1 comentario:

  1. Ante todo felicitaciones por el Blog. por el contrarte de las letras y el fondo no se puede leer el articulo. Lo puede cambiar? Gracias.

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